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Cuando tratan de sacarle los colores a un autor.
No suelo opinar sobre las críticas negativas a una novela determinada, ni aunque esa novela la haya escrito yo misma. Sin embargo, cuando se trata de sacarme los colores por datos que en ella se aportan, no puedo guardar silencio. En un blog determinado, del que no pienso publicitar poniendo en mi espacio privado el enlace, han reseñado de forma negativa Cielos de ira por un plato de macarrones. Sí, aunque parezca inaudito. La persona en cuestión no ha podido terminar la novela por la mención de algunos alimentos que en la misma se mencionan. Y la descalifica sin rubor alguno y sin contrastar los datos. En mi defensa diré que suelo investigar todos los datos y fechas que aporto y que enriquecen la novela, y jamás permitiría que un plato de comida me amargara una buena lectura, y Cielos de ira lo es.
Estimado bloguero/a, permíteme que te muestre los datos que investigué para enriquecer la lectura de la novela histórica Cielos de ira.

Con respecto a los maccheroni o macarrones: el 7 de mayo de 1660 Isaack B Fubine de Savoy, en La Haya, patentó los macarrones. El ingrediente básico es la sémola: harina de trigo que se ha molido dejando granos gruesos del trigo tipo durum. Alrededor del año 1000, se tiene la primera receta documentada de pasta en el libro “De arte Coquinaria per vermicelli e macaroni siciliani”, (El arte culinario de vermicellis y macarrones sicilianos) escrito por Martino Corno, chef de la poderosa patria de Aquileia. 



Ahora vamos con la salsa de tomate, pero antes un dato: se atribuye la invención del dado de sopa en conserva al inventor francés del siglo XVIII llamado Nicolás Appert que lo empleaba como un extracto de carne. Las primeras aplicaciones fueron militares ya que su objetivo era el de poder abastecer logísticamente de alimentos a las tropas napoleónicas.



La caja es de del siglo XIX. Y como una imagen vale más que mil palabras muestro las latas que ya se comercializaban tanto de conserva como de tomate. Y os animo a que leáis la historia de José Campbell.

   

Con respecto al helado de limón que se menciona en la novela como un recuerdo de la protagonista. En el año 1660, el siciliano Francisco Procope abrió en París un establecimiento, alcanzando gran fama por sus helados. El rey Luis XIV lo llevo a su presencia para felicitarlo por su producto. Se puede considerar a este establecimiento como la primera heladería. Se dice que bajo su reinado comenzaron a prepararse los helados de vainilla y de chocolate, más tarde los de nata, hasta llegar al helado actual. 


En 1846, Nancy Jhonson, inventa la primera heladora automática y con ello el pistoletazo de salida para su comercialización industrial, a raíz de la cual, en 1851, Jacobo Fussel, funda la primera empresa de helados de Estados Unidos.

Y si vamos todavía más atrás en la historia, el Emperador Romano Nerón enfriaba sus zumos de fruta y sus vinos con hielo o nieve traídos de las montañas por sus esclavos, por lo que puede considerarse el inventor del sorbete. Que la palabra polo de limón no es la más acertada, y sí sorbete, granizado, helado, o crema, soy consciente, sin embargo, en la novela se ha simplificado la mayoría de expresiones de la época para que su lectura fuera más comprensible para el lector.

 

La última foto está datada entre los años treinta y cuarenta y muy probablemente está tomada en la Plaza de Lavapiés. Los helados se hacían artesanalmente en pequeñas fábricas y luego eran vendidos por la calle en esos carritos. La masa del helado iba en compartimentos aislados térmicamente, todo lo que se podía en aquella época, a los que se accedía levantando esas tapas en forma de cúpula de acero inoxidable. En una estaba la masa para helados de bola-cucurucho, en otra los helados de “corte” y en la tercera los polos o hielo de sabores. 
Cuando en una novela se encuentra un dato que nos hace desconfiar, sería bueno y de buen profesional, ponerse en contacto con el autor para que éste pudiera expresar su punto de vista y aportar los detalles que ha utilizado para documentarse, pero nunca descalificar una novela por un plato de comida. Con respecto al pollo asado o frito, no pienso decir nada porque su elaboración data desde antes de la edad media. 


La foto es de Madrid en el año 1930 antes de la Guerra Civil y antes de la II Guerra Mundial. 

Y un consejo de buena fe, si no deseas leer sobre asesinatos. Violaciones. Hambre. Campos de concentración, no leas una historia ambientada en la II Guerra Mundial porque esa época es idónea para encontrarse con datos y acciones que pueden herir la sensibilidad del lector. Muchas gracias por leerme.

María Martínez Franco.







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